Desde su creación en 2005, los Activistas Internacionales por un Microbicida Rectal (IRMA) han tenido un crecimiento y un éxito significativo. A partir de un número de miembros que podía contarse con los dedos de una mano, IRMA ha construido una red de más de 500 activistas, investigadores y personas que redactan las políticas en más de 40 paises de los 5 continentes.

El objetivo de IRMA-ALC es trabajar en conjunto con IRMA, pero con el propósito específico de difundir información sobre los Microbicidas Rectales en nuestra parte del mundo, y, siempre que sea posible, en castellano y en otros idiomas regionales.

martes, 22 de junio de 2010

Sigue siendo habitual que los pacientes con VIH presenten síntomas, pero en raras ocasiones son reconocidos por los médicos

Las personas infectadas por el VIH muestran una elevada carga de síntomas, que con frecuencia no son reconocidos por los profesionales sanitarios, según informa un equipo de investigadores de EE UU en la edición digital de AIDS and Behavior.



El equipo de investigadores descubrió que había nueve síntomas relacionados con los resultados clínicos, pero que los “médicos los infradiagnosticaban de forma casi invariable”.


Los pacientes seropositivos pueden experimentar un amplio abanico de síntomas, cuyas causas son diversas: el propio VIH, las infecciones frente a las que estas personas pueden ser vulnerables o los efectos secundarios del tratamiento. Es necesario tomarse en serio los síntomas, ya que no sólo pueden ser una advertencia de problemas de salud graves, sino que también disminuyen la calidad de vida. Además, se han relacionado con un menor nivel de adhesión al tratamiento anti-VIH.


A pesar de su importancia, la investigación ha evidenciado constantemente que los proveedores de salud tienden a infradiagnosticar los síntomas. Esto implica que, en muchos casos, no se administra el tratamiento adecuado para aliviarlos.


Para arrojar más luz sobre los síntomas que experimentan los pacientes con VIH, un equipo de investigadores de EE UU diseñó un estudio transversal que contó con 751 personas inscritas en el Estudio de Cohorte sobre Envejecimiento de Veteranos (VACS, en sus siglas en inglés).


Entre 1999 y 2000, los pacientes respondieron un cuestionario respecto a la presencia y gravedad de veinte síntomas diferentes.


El mismo día, los médicos encargados de los pacientes cubrieron un cuestionario idéntico, en el que informaban si su paciente había presentado alguno de los síntomas enumerados en las últimas cuatro semanas.


Además, los participantes completaron un segundo cuestionario respecto a su calidad de vida relacionada con la salud.


Los autores llevaron a cabo un análisis para comprobar si había algún síntoma asociado con desenlaces clínicos, sobre todo la hospitalización y la mortalidad.


Para garantizar que se tenía en cuenta cualquier factor de confusión, el equipo de investigadores reunió información sobre las características demográficas de los pacientes, el uso de la terapia antirretroviral, el recuento de CD4 y la carga viral.


La mayoría de los participantes eran de una etnia distinta a la blanca (54% de etnia negra y un 12%, hispanos). La media de edad fue de 49 años y el 41% tenían más de 50 años. Casi dos tercios de los pacientes tenían alguna enfermedad psiquiátrica. El 87% tomaban tratamiento antirretroviral y la media en el recuento de CD4 era de 331 células/mm3, mientras que la de la carga viral fue de 715 copias/mL.


Se registró una elevada prevalencia de síntomas. Cada uno de los veinte enumerados en el cuestionario fue marcado por un tercio o más de los pacientes.


El 71% de los participantes declararon sufrir fatiga, mientras que el 60% destacaron tener dificultad para dormir, depresión, dolor muscular y diarrea. Otros síntomas mencionados habitualmente fueron dolor de cabeza, dificultad para recordar cosas, hormigueos en manos o pies, pérdida de peso y cambios de la forma corporal, que estuvieron presentes, cada uno de ellos, al menos en el 50% de los participantes.


En general, se comprobó que nueve síntomas estuvieron relacionados de forma significativa con los resultados clínicos.


La fatiga, los problemas de memoria, la tos, achaques y dolores, pérdida de apetito o dificultad para comer y los cambios en la forma corporal fueron factores todos ellos asociados con una peor calidad de vida.


La pérdida de peso se relacionó con un mayor riesgo de hospitalización (cociente de riesgo [CR]: 1,37; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,10 - 1,70).

Sin embargo, la presencia de algunos síntomas estuvo vinculada a posibles desenlaces clínicos.

La ansiedad y la pérdida de pelo fueron dos factores que estuvieron relacionados con un menor riesgo de hospitalización y los pacientes que declararon sufrir diarreas fueron significativamente menos propensos a morir (CP: 0,71; IC95%: 0,51 - 0,98). El equipo de investigadores cree que esto se debe a que estos síntomas fueron efectos secundarios de los fármacos antirretrovirales.


Los autores ponen de relieve la importancia de tomar en serio estos síntomas, y así, escriben: “Estos síntomas pueden conducir posteriormente a un menor nivel de adhesión a medida que el paciente se cansa de los efectos secundarios. En una época en la que, gracias a una terapia antirretroviral combinada, los pacientes viven durante décadas y experimentan comorbilidades, este aspecto resulta esencial”.


Los médicos en raras ocasiones descubrieron que sus pacientes estuvieran experimentando síntomas. La concordancia de respuestas ofrecidas por los pacientes y los que se encargaban de cuidarlos fue baja.

“Los proveedores de salud infradiagnosticaron de forma constante los síntomas de los pacientes”, comentan los investigadores, que apuntan que “los esfuerzos futuros se centrarán en entender esto (...), identificar las principales causas que contribuyen a la aparición de los síntomas y los tratamientos más eficaces, a fin de poder aplicar herramientas capaces de mejorar la atención centrada en el paciente”.
 
Fuente: www.aidsmap.com

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